¿Cómo no quieren que llore?
Si te has ido como el viento,
si
el dolor que ahora siento
no hay nada que lo
aminore.
¿Cómo no quieren que aflore
lo que sufre el corazón?
Si, por absurda razón,
lo desgarra sin derecho,
destrozando nuestro pecho,
la muerte, sin compasión.
La desgracia nos golpeó
dejándonos sin ti, Padre;
marchitando a nuestra Madre
como el verano a la flor.
Me acobarda el temor
por nuestros años futuros:
tan sombríos, tan oscuros
como cielo encapotado;
porque sin ti a nuestro lado
nos esperan tiempos duros.
Siento cobardía, Padre,
la vida ahora será dura.
Sin tu apoyo, sin tu ayuda,
¿cómo poder confortarme?
¿Cómo voy a resignarme
a perderte sin remedio?
Desconociendo a qué predio
habrás ido a descansar,
sin saber dónde estarás
tranquilizarme no puedo.
Y es que fuiste sin igual
como padre y como esposo;
tu matrimonio dichoso
como ejemplo quedará.
Tu debilidad fue dar
sin pedir a cambio nada,
tus consejos regalabas
riquezas nunca tuviste
pero nos enriqueciste
hablándonos como hablabas.
Y tu obra quedará,
la magna sabiduría
que nos diste día a día
el tiempo perpetuará.
Los siglos no borrarán
las huellas que tú dejaste;
porque aunque el tiempo pase
los nietos de nuestros hijos
hablarán con regocijo
de tus enseñanzas, Padre.
RAFAEL BERVÍN F.
1983