"Los pueblos tienen el gobierno que se merecen"
Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811). Escritor y político español.
"Cada nación tiene el gobierno que se merece"
Joseph de Maistre (1753-1821). Filósofo francés.
Como consecuencia de la exacerbación de las pasiones sociales en nuestro país, producto del lenguaje de división y enfrentamiento generado desde el actual gobierno, la mayoría de los venezolanos nos hemos visto involucrados en la diatriba política. Hoy la discusión de los temas relacionados con reivindicaciones sociales, con la forma de gobierno más conveniente para los venezolanos y con el acontecer político nacional e internacional es el centro de atención a todo nivel en nuestra sociedad. Este manifiesto interés por la cotidianidad republicana es, en primera instancia, positivo; pero debe ser reorientado.
Debemos incentivar la participación política activa, sí; pero desde un punto de vista ciudadano, no como actores políticos. Si alguien desea dedicarse a esta actividad que lo haga desde los escenarios más idóneos y haga carrera política; que se prepare adecuadamente, inicie su cursus honorum desde las bases y escale hasta donde su capacidad y posibilidad le permitan: concejal, alcalde, diputado regional o nacional, gobernador de estado… presidente de la república. La política es muy compleja y debe ser acometida por quienes la asuman con seriedad. Aunque es la segunda profesión más antigua del mundo –y a pesar de que se parece mucho a la primera– se mantiene en permanente dinámica evolutiva por lo que debe ser asumida por quienes tengan la vocación y disposición a hacer de ella su profesión.
El resto de nosotros, quienes no vivimos “de” ni “para” la política, debemos asumir nuestra ciudadanía concienzudamente en procura del bienestar común, lo que consecuentemente se traduce en bienestar personal. Más allá de una responsable y continua intervención en la selección de los distintos representantes de los poderes públicos –acción personalísima que se materializa a través del voto– existen varios mecanismos de participación que permiten enriquecer la experiencia democrática. La fórmula de la «ciudadanía activa» es, por así decirlo, un ciclo de participación continua representada en la selección, supervisión y evaluación de los entes de administración pública; en un entorno responsable de iniciativa, opinión, organización y control.
Pero no pretendamos convertirnos en expertos en materia política; no lo somos ni necesitamos serlo. Como dijimos anteriormente, la política es muy compleja y debe ser acometida por quienes están capacitados para ello; aunque con mucha frecuencia sucede exactamente lo contrario. La Venezuela actual es ejemplo de ello. Así como es ejemplo de funcionarios públicos –muchos– no preparados para el ejercicio de cargos de responsabilidad, enquistados en las alturas del poder; es ejemplo también de “expertos en política” –demasiados– opinando acerca de temas para los cuales no están capacitados. Hoy todos pretendemos ser “politólogos” infalibles, dueños de una verdad incontestable producto de nuestra experiencia. No. No pretendamos dominar lo que está más allá de nuestro alcance. Abordemos el tema político desde una perspectiva ciudadana, concientizándonos y concientizando a nuestro entorno, primeramente, en la necesidad de realizar una correcta escogencia de las autoridades que influirán decisivamente en nuestro futuro; luego evaluaremos su gestión y actuaremos en consecuencia.
Hoy, en lugar de distraernos en etéreas discusiones sobre imperios, oligarquías, socialismos o revoluciones; sin pretender tomar trascendentales decisiones que influyan en el destino del universo, debemos concentrarnos en los pragmáticos fundamentos de nuestra vida cotidiana. Seguridad, salud, empleo, educación, costo de la vida. Bienestar y Progreso; y, por supuesto, Libertad y Justicia. Esos deberían ser los tópicos que nos orienten en la selección de la mejor opción para la primera magistratura por los próximos seis años. Podemos intentar salvar el mundo, pero después de que alcancemos una calidad de vida adecuada para nuestra sociedad, luego de que logremos consolidar el sistema de gobierno que realmente nos merecemos como país.
Ahora bien, ¿qué gobierno nos merecemos los venezolanos? Aunque estimamos que, definitivamente, no es el que hoy padecemos como sociedad; aunque esperamos que no se perpetúe un gobierno que hace catorce años y en mala hora escogimos como mesiánica opción salvadora. A pesar de estar convencidos de que los venezolanos tendríamos que apostarle al bienestar de nuestro país. Aunque creemos que va a terminar imponiéndose la sensatez por encima de la inefable estupidez política de los politiqueros; no hay garantía alguna. En poco tiempo sabremos si en este agitado entorno dominado por “expertos en política” continuaremos desbocados hacia la profundización del caos y la destrucción que ya nos agobia o retomaremos el largamente perdido rumbo del progreso, actuando como ciudadanos. La lapidaria sentencia de Jovellanos y Maistre, una vez más, se hará realidad.