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19 septiembre 2012 3 19 /09 /septiembre /2012 02:39

 

voto"Los pueblos tienen el gobierno que se merecen"

Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811). Escritor y político español.

"Cada nación tiene el gobierno que se merece"

Joseph de Maistre (1753-1821). Filósofo francés.

 

Como consecuencia de la exacerbación de las pasiones sociales en nuestro país, producto del lenguaje de división y enfrentamiento generado desde el actual gobierno, la mayoría de los venezolanos nos hemos visto involucrados en la diatriba política. Hoy la discusión de los temas relacionados con reivindicaciones sociales, con la forma de gobierno más conveniente para los venezolanos y con el acontecer político nacional e internacional es el centro de atención a todo nivel en nuestra sociedad. Este manifiesto interés por la cotidianidad republicana es, en primera instancia, positivo; pero debe ser reorientado.

Debemos incentivar la participación política activa, sí; pero desde un punto de vista ciudadano, no como actores políticos. Si alguien desea dedicarse a esta actividad que lo haga desde los escenarios más idóneos y haga carrera política; que se prepare adecuadamente, inicie su cursus honorum desde las bases y escale hasta donde su capacidad y posibilidad le permitan: concejal, alcalde, diputado regional o nacional, gobernador de estado… presidente de la república. La política es muy compleja y debe ser acometida por quienes la asuman con seriedad. Aunque es la segunda profesión más antigua del mundo –y a pesar de que se parece mucho a la primera– se mantiene en permanente dinámica evolutiva por lo que debe ser asumida por quienes tengan la vocación y disposición a hacer de ella su profesión.

El resto de nosotros, quienes no vivimos “de” ni “para” la política, debemos asumir nuestra ciudadanía concienzudamente en procura del bienestar común, lo que consecuentemente se traduce en bienestar personal. Más allá de una responsable y continua intervención en la selección de los distintos representantes de los poderes públicos –acción personalísima que se materializa a través del voto– existen varios mecanismos de participación que permiten enriquecer la experiencia democrática. La fórmula de la «ciudadanía activa» es, por así decirlo, un ciclo de participación continua representada en la selección, supervisión y evaluación de los entes de administración pública; en un entorno responsable de iniciativa, opinión, organización y control.

Pero no pretendamos convertirnos en expertos en materia política; no lo somos ni necesitamos serlo. Como dijimos anteriormente, la política es muy compleja y debe ser acometida por quienes están capacitados para ello; aunque con mucha frecuencia sucede exactamente lo contrario. La Venezuela actual es ejemplo de ello. Así como es ejemplo de funcionarios públicos –muchos– no preparados para el ejercicio de cargos de responsabilidad, enquistados en las alturas del poder; es ejemplo también de “expertos en política” –demasiados– opinando acerca de temas para los cuales no están capacitados. Hoy todos pretendemos ser “politólogos” infalibles, dueños de una verdad incontestable producto de nuestra experiencia. No. No pretendamos dominar lo que está más allá de nuestro alcance. Abordemos el tema político desde una perspectiva ciudadana, concientizándonos y concientizando a nuestro entorno, primeramente, en la necesidad de realizar una correcta escogencia de las autoridades que influirán decisivamente en nuestro futuro; luego evaluaremos su gestión y actuaremos en consecuencia.

Hoy, en lugar de distraernos en etéreas discusiones sobre imperios, oligarquías, socialismos o revoluciones; sin pretender tomar trascendentales decisiones que influyan en el destino del universo, debemos concentrarnos en los pragmáticos fundamentos de nuestra vida cotidiana. Seguridad, salud, empleo, educación, costo de la vida. Bienestar y Progreso; y, por supuesto, Libertad y Justicia. Esos deberían ser los tópicos que nos orienten en la selección de la mejor opción para la primera magistratura por los próximos seis años. Podemos intentar salvar el mundo, pero después de que alcancemos una calidad de vida adecuada para nuestra sociedad, luego de que logremos consolidar el sistema de gobierno que realmente nos merecemos como país.

Ahora bien, ¿qué gobierno nos merecemos los venezolanos? Aunque estimamos que, definitivamente, no es el que hoy padecemos como sociedad; aunque esperamos que no se perpetúe un gobierno que hace catorce años y en mala hora escogimos como mesiánica opción salvadora. A pesar de estar convencidos de que los venezolanos tendríamos que apostarle al bienestar de nuestro país. Aunque creemos que va a terminar imponiéndose la sensatez por encima de la inefable estupidez política de los politiqueros; no hay garantía alguna. En poco tiempo sabremos si en este agitado entorno dominado por “expertos en política” continuaremos desbocados hacia la profundización del caos y la destrucción que ya nos agobia o retomaremos el largamente perdido rumbo del progreso, actuando como ciudadanos. La lapidaria sentencia de Jovellanos y Maistre, una vez más, se hará realidad.

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4 febrero 2012 6 04 /02 /febrero /2012 02:39

goebbels"Si una men­tira se repite sufi­cien­te­mente, acaba por convertirse en verdad"

Joseph Goebbels (1897-1945). Ministro de Propaganda de la Alemania Nazi.

El día 24 de enero de 1848 es un día de luto para las leyes venezolanas. Bajo la Presidencia de José Tadeo Monagas ocurre el ataque armado al Congreso Nacional.

En enero de 1948 la mayoría de los diputados al Congreso pretendían enjuiciar al Presidente de la República; lo acusaban de haber “ejercido facultades extraordinarias ilegalmente; de emplear la fuerza armada sin consentimiento del Consejo de Gobierno y de haber ejercido la administración fuera de la capital”, todo lo cual era contrario a lo dispuesto por la Constitución. En la tarde del día 24 el doctor Tomás José Sanabria, secretario de Interior y de Justicia, llega a la Cámara Baja para entregar el mensaje anual presidencial, luego de lo cual es obligado a permanecer allí para informar acerca del grave estado de agitación reinante en la ciudad; este suceso fue interpretado por el Ejecutivo como el arresto de Sanabria por parte de los congresistas. Aunque es difícil establecer como comenzaron las agresiones, los disparos de fusiles y revólveres obligaron a la disolución de la sesión de la Cámara Baja, cuyos miembros intentaron escapar por balcones y tejados, siendo ultimados algunos de ellos. En total hubo ocho víctimas fatales, cuatro de ellas diputados: Juan García, Francisco Argote y José Antonio Salas, quienes quedaron en el sitio y Santos Michelena, quien muere mes y medio más tarde a consecuencia de una herida de puñal recibida ese día. El día siguiente representantes del Ejecutivo, con Monagas a la cabeza, acuden a diferentes legaciones para conminar a los diputados allí refugiados a reanudar las sesiones del Congreso; tras lograrse el quórum el Congreso declara establecido el orden constitucional y otorga poderes especiales al Ejecutivo en materia de orden público. A partir de entonces los poderes Legislativo y Judicial pierden su independencia y se someten a la voluntad del Presidente de la República; sirviendo de instrumento complaciente al personalismo entronizado en el poder.

Al año siguiente, por Ley del 14 de marzo de 1849 Monagas declara el 24 de enero de cada año junto con el 5 de julio, «grandes días de la independencia y de la libertad de los venezolanos», ya que «en 24 de enero de 1848, agotado el sufrimiento bajo una nueva y odiosa tiranía que rebosaba en abusos y pretensiones retrogradantes y destructoras, supo el pueblo espontánea y valientemente recobrar su dignidad sosteniendo los fueros de su libertad». Nueve años más tarde, por decreto del 19 de junio de 1858, Julián Castro lo suprimió «entre los grandes días».

El 2 de diciembre de 1952 se consumó un Golpe de Estado. Marcos Pérez Jiménez desconoció el triunfo electoral de la oposición.

Luego del derrocamiento del presidente Rómulo Gallegos (24 noviembre 1948) se instaura una Junta Militar de Gobierno integrada por el coronel Carlos Delgado Chalbaud, el teniente-coronel Luis Felipe Llovera Páez y el mayor Marcos Pérez Jiménez. Dos años más tarde (13 de noviembre) es asesinado su presidente, Delgado Chalbaud, y sustituido por el Dr. Germán Suárez Flamerich, un títere de Pérez Jiménez. El 30 de noviembre de 1952 la Junta convoca a elecciones para designar una Asamblea Nacional Constituyente que debía sancionar una nueva Constitución y dar fin al gobierno transitorio. El oficialista Frente Electoral Independiente se enfrenta a COPEI, dirigido por Rafael Caldera, y a Unión Republicana Democrática, dirigida por Jóvito Villalba y Mario Briceño Iragorry; URD fue apoyado por los clandestinos Acción Democrática y el Partido Comunista. Cuando a finales del mismo día los primeros resultados mostraron que URD se perfilaba como ganador, el Consejo Supremo Electoral suspendió los escrutinios y dos días después, 2 de diciembre, Marcos Pérez Jiménez proclama su victoria electoral asumiendo de facto la Presidencia Provisional de Venezuela. A partir de entonces consolida su régimen por medio de la Seguridad Nacional que se encargó de controlar y silenciar a los dirigentes de la oposición, sometiéndolos a cárcel y a las más despiadadas torturas.

Las obras construidas por el dictador son frecuentemente esculpidas o, incluso, diseñadas con su monograma; y el 2 de diciembre de cada año es celebrado como día festivo. En 1957, Pérez Jiménez mediante un plebiscito se hizo reelegir fraudulenta-mente como Presidente para el período 1958-1963; un mes más tarde (23 de enero de 1958) huye a Santo Domingo en "La Vaca Sagrada". La Urbanización “2 de Diciembre”, construida y bautizada por el dictador, es renombrada “23 de Enero”.

El 4 de febrero de 1992 Venezuela es testigo de un sangriento Golpe de Estado protagonizado por un grupo de militares de graduación media que, faltando a su juramento y violando la Constitución Nacional, utilizaron las armas con las que debían defender la República para obtener el poder. Su líder: el teniente-coronel Hugo Chávez Frías.

Después de este fallido intento, en el cual según cifras conservadoras murieron al menos trescientos venezolanos, sus ineptos líderes son encarcelados, a pesar de lo cual, y con la complicidad de varios oficiales generales, intentan un segundo Golpe en poco menos de diez meses; igualmente sangriento, igualmente torpe e igualmente fallido. Después de dos años de reclusión en condiciones privilegiadas, su causa es sobreseída por el recién electo presidente, Rafael Caldera, manteniendo intactos sus derechos políticos (?). Ya en plena libertad, luego de denigrar del sistema electoral y llamar a la abstención en elecciones regionales y legislativas, en 1998 Hugo Chávez opta a la Presidencia de la República y gana las elecciones del 6 de diciembre sin contar con ninguna maquinaria partidista; a pesar de ello las instituciones independientes garantizan su triunfo y el 2 de febrero de 1999 toma posesión. Inicia, entonces, una acción de gobierno corrupta y sectaria que ha secuestrado todos los poderes públicos, ha conculcado las libertades políticas de los venezolanos, y hundido al país en su peor crisis política desde 1958.

Luego de trece años de nefasto gobierno y en campaña abierta para una nueva reelección que lo mantendría indefinidamente en el poder, impone a las Fuerzas Armadas Venezolanas la obligación de celebrar el día 4 de Febrero como “día de la dignidad nacional”, “semilla de la patria nueva” e, incluso, "gesta independentista". Para ello organiza un ostentoso desfile militar en el que reitera que “la fuerza armada es chavista”.

Venezuela siempre ha sabido retomar los cauces de la libertad y la dignidad, esta vez no será la excepción…

“La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios, sino sobre las faltas de los demócratas”, Albert Camus (1913-1960). Filósofo francés.

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27 julio 2010 2 27 /07 /julio /2010 00:00

Napoleón"Todo idealismo frente a la necesidad es un engaño"

Friedrich Nietzsche (1844-1900). Filósofo alemán.

Cuando los cerdos Napoleón y Snowball capitalizaron la rebelión que por negligencia y desidia del señor Jones tuvo lugar en la granja “Manor”, ninguno de los animales dio demasiada importancia a las doctrinas que éstos pro-mulgaron y que abogaban por una nueva era en la ahora llamada “Granja Animal”. Supusieron sus emancipados habitantes que la expulsión de los bípedos significaría una mejora en sus condiciones de vida; materializada en una mejor alimentación y más adecuadas condiciones para el trabajo diario. El igualitarismo propugnado en el “animalismo” decretado no tenía para ellos mayor sig-nificación. Citemos ahora un ejemplo más “humano”: a comienzos de la década de los setenta, en plena “guerra fría” y cuando el Muro de Berlín simbolizaba la abismal división ideológica entre Oriente y Occidente, el sociólogo francés Raymond Aron (1905-1983) realizó un estudio en varios países de África Ecuatorial en el cual sondeó la visión que los depauperados habitantes de estos países subde-sarrollados tenían de la Unión Soviética, Inglaterra y Francia. El inesperado resultado arrojó que la mayoría de ellos no veía diferencia alguna entre estas potencias; las identificaban como países igualmente ricos cuyos gobiernos, a diferencia de los suyos, procuraban el bienestar de sus habitantes. Más allá de la evidente desinformación, el aspecto ideológico no tenía para el africano tropical ninguna importancia ante la realidad socio-económica que los agobiaba; tal como sucedía con los personajes de la magistral obra de George Orwell (1903-1950), publicada en 1945 y que refleja la transición de la Rusia zarista al comunismo soviético.

A finales del siglo pasado, los empobrecidos habitantes de la granja “Venezuela” presentaban una situación de minusvalía en el aspecto socio-económico que atribuían, no sin razón, a la desidia y corrupción de los señores Jones que la habían gobernado. Por ello no es de extrañar que los venezolanos de entonces hubiesen respaldado cualquier propuesta presentada por algún Napoleón, que contemplara la expulsión de éstos y un cambio radical en sus condiciones de vida; la ideología pasaba a un segundo plano. Napoleón los engañó. A pesar de la extraordinaria expectativa generada por el lenguaje reivindicador del neo-líder, la realidad de hoy es muchísimo más agobiante de lo que había sido once años atrás. Lejos de haber mejorado las condiciones de vida del venezolano promedio, la situación socio-económica de la casi totalidad de la población venezolana ha empeorado significativamente; y cuando decimos la “casi totalidad” excluimos a una minoría que ha medrado del poder, posesionándose en los lugares de privilegio que antes tuvieron los señores Jones.

Pero hay un agravante: si antes contábamos con mecanismos para la corrección de nuestros errores a la hora de elegir el rumbo que llevábamos como país, hoy éstos han sido cercenados hasta casi eliminarlos; y la herramienta utilizada para erradicar nuestros derechos ciudadanos ha sido el factor ideológico cuya importancia antes desdeñábamos. Hoy, la IDEOLOGÍA no sólo involucra el ámbito político de nuestra sociedad; hoy la tenemos en nuestra economía, en nuestra educación… en nuestra vida diaria. Al punto de que todo se decide ideológicamente en lugar de anteponer los intereses de la sociedad venezolana; es decir, el bienestar común de TODOS los hombres que convivimos en este hermoso país, lo cual debería constituir el fin último del Estado. Pero después de once años de manipulación y engaño la sociedad venezolana percibe la realidad política de otra manera; ya hemos madurado como para saber que así como antes menospreciábamos el entorno ideológico de nuestra sociedad, hoy no podemos ignorarlo. Hoy sabemos que si elegimos un rumbo político de pensamiento radical, éste puede llevarnos a destinos desconocidos que afectarán nuestra realidad económica, social e, inclusive, familiar… a nuestros hijos. Como dijera el esclarecido filósofo indio Rabindranath Tagore (1861-1941) “No es tarea fácil educar jóvenes; adiestrarlos, en cambio, es muy sencillo”. Sabemos que los radicalismos de cualquier índole pueden desembocar en brutales enfrentamientos que implican un riesgo de potenciales guerras, internas o con otros países. E igualmente sabemos que ante el riesgo de perder mucho, tenemos la alternativa de ganar muy poco.

Por ello es importante definir no sólo qué hacer para superar la inmensa crisis en la que nos han sumergido estos “animales”; que ha profundizado todos y cada uno de los problemas de “la granja”, sin mejorar un solo aspecto de nuestra vida cotidiana (salvedad hecha de las dádivas que se otorgan a sus incondicionales, que aunque representan una mejora temporal de sus más básicas necesidades, implican un daño moral y una corrupción de los valores que puede afectar a futuras generaciones). Debemos también definir en qué marco ideológico hacerlo. La fundamentación democrática es esencial, pero sin adjetivos, sin callejones oscuros en los que se esconden el fraude, la usurpación y el totalitarismo; no hay una sola dictadura moderna, de izquierda o de derecha, que no se autoproclame democrática. Si buscamos mejoras sociales debemos concientizar que la democracia social es, sencillamente, DEMOCRACIA; si ésta no da preponderancia al aspecto social, entonces NO lo es. En todo sistema democrático el Estado debe interceder en la redistribución de las riquezas, subsidiando proporcionalmente a los más necesitados con programas coherentes que sean financiados con el tributo de los más prósperos; los que a su vez disfrutan de reglas claras que propician el flujo de inversiones. El socialismo, en cambio, implica una visión politizada de la sociedad que contempla una supuesta distribución de riquezas de manera equitativa, pero que no prioriza la producción; es decir, la generación de estas riquezas. Y no puede hacerlo, ya que esto último requiere de un entorno de justicia y libertad que en este tipo de regímenes, como está demostrado, quedan condicionadas a los “intereses” del Estado; es decir, y para efectos revolucionarios, del gobierno. Cuando se ejecutan proyectos políticos radicales el alcance de los tentáculos gubernamentales abarcan todos los ámbitos de la sociedad.

Eso sí, una vez definida y contextualizada nuestra ideología política (que en nuestra Constitución está taxativamente enmarcada), no podemos permitir que ésta nos arrolle. Debemos saber que como ideología política debe ser lo suficientemente flexible y permeable para adaptarse a nuestra realidad cotidiana; y debe ser lo suficientemente rígida como para no ceder en sus principios básicos. La política, podemos concluir, es ciencia humana, y como tal debe respetar los límites impuestos por las sociedades modernas: debe estar al servicio de los ciudadanos y no pretender que, como sucede en nuestra “granja”, la ciudadanía esté al servicio de ella. Es nuestro deber poner las cosas en orden. Por cierto, cuenta Orwell que los granjeros vecinos de Jones no ofrecieron mucha ayuda, ni durante la rebelión ni después de que Napoleón instituyera su dictadura, pues cada uno pensaba secretamente si podría transformar en beneficio propio la desgracia que padecían los habitantes de la “Granja Animal”.

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24 febrero 2010 3 24 /02 /febrero /2010 00:00

Mapa bandera.pngLa dictadura es una forma de gobierno en la cual el poder se concentra en torno a la figura de un solo individuo, que es llamado líder y que por lo general no reconoce ser un dictador. Este gobierno se caracteriza por la ausencia de división de poderes, una evidente propensión a ejercer arbitrariamente el mando en beneficio de la minoría que lo apoya, la imposibilidad de disensión por parte de los gober-nados y el bloqueo de los mecanismos institucionales por medio de los cuales la oposición podría acceder al poder. Su aparataje de sustentación política se basa en la represión, abierta y solapada; esgrimiendo por lo general razones de Estado y catalogando a sus opositores de traidores a la patria; propiciando, además, la disolución de los partidos políticos opositores y creando un partido único en torno al líder. Igualmente, procura establecer una hegemonía comunicacional, cerrando o sometiendo a los medios convencionales de comunicación para así poder divulgar sin obstáculos su ideario político, que busca adoctrinar al pueblo en la “necesidad” de que el líder máximo permanezca en el poder para lograr salvar a la patria de sus enemigos, internos y externos. El líder, según esta visión mesiánica, es “el pueblo”; cualquier oposición a él es traición a la patria.

En Venezuela existe actualmente una dictadura que se ha venido instaurando gradualmente; si Chávez no la había logrado implementar antes había sido por falta de control sobre las instituciones del país, pero éstas ya fueron totalmente sometidas por el caudillo de Miraflores. Por supuesto, de haber sido exitoso en cualquiera de los dos golpes de Estado que protagonizó en 1992 no habría tardado tanto. Pero ya está implementada. El control que ejerce sobre los otros cuatro poderes (minúscula intencional) es complementado con un mazacote ideológico justificado en una retahíla de slogans y “frases hechas” que sirven para todo: desde el enjuiciamiento, expatriación y encarcelamiento de opositores acusados de conspiración; hasta la reversión de la descentralización en nombre de la “soberanía”. En el ínterin y de manera descarada, esta “soberanía” está siendo defendida por un ejército de extranjeros –cubanos la mayoría– que controlan los centros neurálgicos del poder político, civil y militar. Esta es la vía de perpetuación de Chávez en el poder; sacrificando el régimen constitucional por medio de mecanismos pseudo-constitucionales que hacen honor a la frase pronunciada por un megalómano y criminal líder de la depauperada Alemania de 1931: “la democracia debe destruirse con las armas de la democracia”.

Esta contundente realidad, no obstante, es pragmáticamente ignorada por la comu-nidad internacional. Vemos como un Club de Presidentes se reúne con el propósito de crear mecanismos de “defensa” de las democracias latinoamericanas, y reciben con honores a Chávez, Castro, Ortega, Morales y Correa; quienes han atentado reiterada-mente contra ellas. Vemos, en contrapartida, como condenan y aíslan a la sociedad hondureña, que logró evitar la imposición de un régimen autocrático vendido a los intereses de la logia izquierdista encabezada por Castro y Chávez. Vemos la indiferencia de estos mandatarios y de muchos líderes de otros continentes ante las constantes y documentadas denuncias de violación de derechos humanos en Venezuela; a las cuales responden con el manido argumento de la no injerencia y de la potestad de Chávez a administrar una “democracia participativa” convalidada con el apoyo popular. Lo mismo aplica para Cuba, Nicaragua, Bolivia y Ecuador. Habría que preguntarle a estos “estadistas” ¿dónde queda el respeto a las “minorías”?, ¿para qué carajo sirven los mecanismos constitucionales si pueden ser ignorados por cualquier autócrata de turno? Esas preguntas deberían ser respondidas, principalmente, por los montoneros y cuartelarios que acceden al poder por cualquier vía, incluido el voto popular. Pero para ellos no es necesario, la legitimación internacional es una coartada que les permite adueñarse de su país y validar su accionar con una ¡aprobación referendaria!

Esa es nuestra cruda realidad; pero a pesar de todo ello, los venezolanos no nos resignamos. Con valientes posiciones de un grupo de ciudadanos de todos los segmentos de la sociedad hemos logrado abrir vías institucionales de resistencia al régimen autocrático. Aunque estas vías son pocas y los obstáculos son cada vez mayores, el valor y determinación de esta masa opositora, aunada a la ineficiencia y corrupción de los entes de gobierno, comienza a evidenciar las fracasadas políticas oficiales que nos han retrotraído a condiciones de vida que ya habíamos superado hacía décadas. Gradual-mente, el verdadero PUEBLO, desengañado por las múltiples promesas incumplidas, comienza a evidenciar el disgusto con un régimen de tendencia extremista que nos pretende IMPONER un sistema de gobierno intolerante y arcaico; ajeno a la idio-sincrasia del venezolano y que muy pocos respaldan.

La tendencia opositora, debido a ello, ha ido y seguirá creciendo; impulsada, además, por la concientización del ciudadano común y por el evidente deterioro de la moral oficialista. Pero precisamente esa amoralidad llevará al régimen a ir cerrando los pocos caminos democráticos de lucha que aún tenemos, utilizando todos los mecanismos represivos y demagógicos a su alcance. Consecuentemente, hoy más que nunca debemos ser muy cuidadosos en nuestras decisiones. La unidad de criterios en el objetivo supremo debe ser prioritaria; y este objetivo no es otro que la recuperación de la democracia. Debemos dejar de lado mezquindades y personalismos, ya habrá tiempo de contender limpiamente entre nosotros cuando disfrutemos de todas las garantías constitucionales. Hoy la UNIDAD debe ser nuestra divisa. Debemos execrar cualquier opción mesiánica que se nos presente por llamativa que ésta sea; especialmente si no coincide con nosotros en el objetivo fundamental. Ya hemos sido testigos de la tardía disidencia de factores del oficialismo que cómplicemente convalidaron los desmanes del régimen por largos años y hoy se nos presentan cual límpidos opositores.

¡Pues no!... Aunque aceptamos la incorporación de todos los sectores de la sociedad, ésta tiene que ser sincera, sin medias tintas ni condicionamientos. Muchos venezolanos se encuentran hoy encarcelados, exiliados, perseguidos, despojados de sus bienes o “inhabilitados” políticamente por indiscutida culpa de los gendarmes de este régimen, bien por su nefasta acción o por su cobarde omisión. Debemos convencernos de que mientras Chávez sea presidente no tendremos democracia y de que el fin último de nuestro accionar debe ser derrotarlo en las elecciones de diciembre de 2012. Para ello, para poder tener opción de triunfo tenemos que contar, a partir de enero de 2011, con un cuerpo legislativo que sirva de contención a las tropelías que intentará Chávez para convertirse en emperador.

Para lograr nuestro propósito, además de conformar una sólida unidad en torno a nuestros ideales, debemos estar convencidos de tres preceptos fundamentales: 1. NO tenemos democracia, 2. debemos recuperarla y 3. debemos hacerlo por vías democrá-ticas; es decir, organización ciudadana, protesta cívica –cuando ésta sea necesaria– y VOTO consciente.

24 febrero 2010.

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22 octubre 2009 4 22 /10 /octubre /2009 00:00

La Venezuela actual es un hervidero político que induce a las más disímiles posiciones en las filas de la oposición. A pesar de que parece haber consenso en la necesidad de presentar una plataforma unitaria en las próximas elecciones municipales y legislativas, y en conocimiento del declive gradual de la des-gastada imagen del caudillo que arrastra a todo su entorno y genera reales oportunidades de triunfo, las apetencias grupales y perso-nales se potencian.
Toda aspiración política es legítima en una democracia sana y funcional, pero deben ser sacrificadas cuando el institucionalismo republicano está minado y corroído por un avasallante personalismo rayano en tiranía. Esa es nuestra realidad y difícilmente podremos revertirla si no cambiamos nuestra actitud, anteponiendo el interés nacional sobre cualquier pretensión personal. La unidad es nuestra única alternativa.

No hay dudas de que el oficialismo tendrá una sola línea de acción y candidatos unitarios para cada cargo electivo: los señalados por la "infalible" e indiscutida voz del mega-líder. No obstante, los sondeos indican que con una estrategia adecuada la oposición tiene real oportunidad, por primera vez desde 1998, de tutearse con el oficialismo en las elecciones de 2010... ¡con una estrategia adecuada!

ESCENARIO: Las encuestadoras serias distribuyen actualmente la torta electoral venezolana en tres porciones.  Poco más o menos de un 30% de la población apoya incondicionalmente, por conveniencia o convicción, al régimen encabezado por Chávez; alrededor de un 20% lo adversa irremisiblemente. La mitad restante está compuesta por indiferentes manifiestos (o solapados), por disidentes dubitativos y por desilu-sionados ex-adeptos al proceso que no se identifican con la oposición. Todos ellos conforman el grupo de los denominados "ni-ni".

SELECCIÓN DE CANDIDATOS: En los comicios previstos para el próximo año se elegirán cerca de 180 diputados a la Asamblea Nacional y alrededor de 5000 curules municipales, incluyendo los concejos comunales. Ahora bien, ante la perentoria necesidad de presentar candidatos unitarios a estos cargos, ¿qué método utilizar para seleccionar a los más idóneos: concertación, encuestas o primarias? La respuesta no es sencilla ni la decisión fácil, cada alternativa representa un reto en sí mismo; por ejemplo, ¿quiénes podrían alcanzar un consenso suficientemente respaldado por las partes involucradas?, ¿cómo evitar la duplicidad de "acuerdos"? Si se opta por las encuestas, ¿cuáles seleccionar?, ¿contratadas por quién?, ¿financiadas por quién?

Pareciera que, entonces, la mejor opción sería las elecciones primarias, que podrían ser organizadas por entes preparados para ello (Súmate, Ojo Electoral, partidos políticos, etc). Por supuesto, el CNE nunca sería una alternativa; aunque la indefinición de la nueva LOPE (Ley Orgánica de Procesos Electorales) podría atentar contra la autonomía de esta decisión. No está exenta de potenciales inconvenientes esta propuesta: además de la segura inhibición de vastos sectores de empleados públicos, el enfrentamiento en campaña de personajes opositores y lo complicado de implementar la consulta a nivel nacional pudieran hacerla poco llamativa; pero es en nuestro criterio la más equitativa, justa e incluyente de las posibilidades. En todo caso, y en lugar de imponer decisiones centralizadas, cada región debería estudiar las alternativas y decidir de forma consensual la más conveniente para cada una de ellas. Y por encima de todo, so pena de perder cualquier opción de triunfo opositor, el mandato obligatorio es una incuestionable transparencia en la selección de los candidatos.

TARJETA ÚNICA: Independientemente de la metodología utilizada para alcanzar la "unidad perfecta" que se busca, ésta podría colapsar si no se concreta la presentación de una Tarjeta Única para plasmarla. No es momento de egoísmos partidistas o grupales. Si la no presentación de sus colores representa la pérdida de la condición de partido político ante el CNE es un sacrificio menor en comparación con lo que nos estamos jugando, y seguramente será recompensado cuando retomemos la normalidad institucional. Sólo así podremos demostrar que la unidad es real y tendremos la autoridad moral para convocar a quienes nos ven con recelo. Sólo así demostraremos que tirios y troyanos tenemos un propósito común: la recuperación de nuestra democracia. Así, los disidentes no tendrán excusas a la hora de votar en contra de la maquinaria oficialista.

22 octubre 2009

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24 agosto 2009 1 24 /08 /agosto /2009 00:00

Los demócratas concebimos la lucha política como un enfrentamiento de ideologías y programas, defendidos principalmente por partidos políticos y líderes sociales; por su intermedio pueden y deben ser dilucidados, por la vía electoral, los no siempre confesables intereses propios de la brega política. El lógico resultado de este enfrentamiento es la victoria de quienes obtienen la mayoría comicial, pero con el debido respeto a los derechos de las minorías. Así debe ser. El juego democrático obliga al reconocimiento de los contendores circunstancialmente minoritarios ya que, a pesar de serlo, representan a un sector de la población que cuenta con los mismos derechos políticos de la mayoría; además, esta correlación de fuerzas puede, eventualmente, invertirse y gracias a la alternabilidad gubernamental, son éstos quienes posteriormente garantizarán los derechos de quienes antes ostentaron el poder. Así funcionan las democracias institucionales, así funcionan las democracias políticamente sanas.

Una verdad tan evidente es, en la Venezuela de hoy, una utopía; y lo es porque la mayoría de quienes detentan actualmente los poderes públicos NO son demócratas, son más bien infiltrados de la democracia. La mayoría de quienes hoy ejercen funciones de gobierno desdeñaron de los mecanismos democráticos y se manifestaron abiertamente anarquistas, abstencionistas e inclusive golpistas; hasta que se les presentó la oportunidad de utilizar la vía electoral para concretar lo que no pudieron hacer por las armas: el desmantelamiento de la Democracia. De esta manera, después de haber protagonizado sendos golpes de Estado, el actual presidente de la República se pudo dar el lujo de optar a la Primera Magistratura gracias a la oportunidad que le brindó el sistema que ahora intenta destruir; pretendiendo disfrazar su acometida con una supuesta revolución pseudo-democrática cada vez más radical y corrosiva. No obstante, este disfraz democrático es cada vez más pequeño y en poco tiempo, si aún quedan dudas, se evidenciará el verdadero cariz de este régimen de infiltrados: el TOTALITARISMO AUTOCRÁTICO.

A diferencia de los regímenes totalitarios, la democracia es comunicación, no propa-ganda. La democracia es pluralismo, es diversidad de criterios, no monólogo oficialista. La democracia obliga a la sana discusión de ideas, no a la imposición de directrices que la condicionan: nadie votó por un proyecto político diferente a ella; llámese socialismo, comunismo o “mar de la felicidad”. Siendo coprotagonistas de nuestro destino como país debemos velar porque nuestra democracia sea unidad en la divergencia, no división por criminalización. Si pensar diferente al régimen es desestabilizador –como pretende imponerse desde los órganos oficiales– entonces no tenemos democracia. El disentir del gobierno es un derecho de cualquier ciudadano, aunque sea una opinión minoritaria, aunque sea una sola voz. No hay derecho a criminalizar la opinión opositora, mucho menos alegando intereses de Estado.

Mientras este vicio se acentúa y somos distraidos por el régimen con su permanente desafío antidemocrático a la sociedad, la persecución política se ha institucionalizado de tal forma que hoy hay más exiliados políticos venezolanos que con la dictadura de Pérez Jiménez. La radicalización e intolerancia han llegado a límites tales que hoy pareciera natural el no poder manifestar divergencia alguna con la posición oficial, so pena de padecer las consecuencias. Y lo hemos aceptado. Fuimos tomados por sorpresa porque inocentemente pensamos que en nuestro sistema político nunca podrían infiltrarse los enemigos de la democracia, pero hoy están ahí. Y seguirán ahí mientras se lo permitamos, mientras prefiramos defender nuestras “parcelas de intereses” antes que nuestras ideas. ¿Qué interés puede ser superior al bienestar de nuestra patria?, ¿al futuro de nuestros hijos?, ¿a la defensa de nuestros ideales?...

Un hombre que no arriesga nada por sus ideas, o no valen nada sus ideas, o no vale nada el hombre”, Platón.

La realidad está allí, depende de nosotros resignarnos o hacer algo al respecto. Eso sí, recordemos que, a diferencia de los infiltrados, nosotros somos demócratas; por ello, los canales de lucha no pueden ser diferentes a los democráticos.

24 de agosto de 2009

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30 julio 2009 4 30 /07 /julio /2009 00:00

Aún estamos a tiempo de recuperar la institucionalidad de nuestro País; aún que-dan visos de democracia en nuestro sistema y una reserva moral muy importante en nuestra población, –aunque condicionada y, en mucho, manipulada–. No obstante, el tiempo se agota; la consciencia de ello debe impulsarnos a actuar con responsabilidad oportuna y eficiente. De nada sirve actuar adecuadamente a destiempo, o de manera expedita pero errática. Hemos sido testigos de ambos comportamientos de manera sistemática.

     Cuando Chávez y sus cómplices perpetraron el afortunadamente fallido golpe de estado del 4F (1992), mucha gente, repito, mucha gente, consideró acertada o, por lo menos, justificable esta acción; a tal punto, que siete años más tarde Chávez llegaba a la Presidencia con un abrumador y mayoritario apoyo popular. Desde entonces, y debido a la evidencia de que las intenciones de los otrora alzados en armas eran casi ex-clusivamente hacerse del poder, hemos visto un numerosísimo desfile de ex-aliados –a quienes no mencionamos por no dignificar una conducta cómplice– que tardíamente reaccionaron desengañados ante el abuso gubernamental. Así hemos escuchado lamentables declaraciones de tutores, compañeros de armas, copartidarios, aliados militares y políticos, y “hermanos del alma” que han sido –y seguirán siendo– desechados al manifestar el más mínimo desacuerdo. La mayoría de estos “asociados” pudo haber hecho algo mientras tuvieron acceso a las decisiones importantes; después de ser execrados se convirtieron en “enemigos del proceso”, sumados al bloque de la oposición e imposibilitados de actuar como antes pudieron haber hecho. Muchos de ellos pretenden darnos clases de moral por su actuación cuando lo que les corresponde, en primer término, es reconocer que NUNCA debieron haber respaldado a este régimen. Qué desagradable es escuchar cobardes explicaciones de quienes no tuvieron “pantalones” para decirle al mandamás: ¡Estás equivocado!

     He allí el meollo del asunto: de poco nos sirve recapacitar cuando es demasiado tarde; y cada vez se hace más TARDE. No esperemos a que los reducidos visos democráticos desaparezcan de nuestro sistema para intentar infructuosamente corregir lo que no hicimos cuando aún era posible... y todavía es posible. Pero debemos hacerlo nosotros, todos y cada uno de los venezolanos; no esperemos milagrosos apoyos foráneos. Ya vimos como las instancias internacionales sirven para cualquier cosa, menos para auditar el comportamiento democrático de los gobiernos; vimos como el club de comadres de la OEA, así como la Comunidad Europea, la ONU y la mayoría de las naciones democráticas respaldan incondicionalmente a un derrocado presidente que había socavado el institucionalismo de su país, subordinándolo a un proyecto inter-nacional que condicionaba su soberanía. Reitero, sólo podemos lograrlo nosotros; actuando conscientemente, coherentemente y eficientemente en nuestro próximo encuentro con las urnas electorales. Ya hemos sido testigos de que los “atajos” sólo nos llevan a rumbos desconocidos, siempre utilizados por el presente régimen para justificar sus  tropelías; no nos dejemos embelesar por cantos de sirena que nos ofrecen salidas fáciles o rápidas. Eso no es posible en la Venezuela actual, y, por el contrario, consolida   –como sucedió en el 2002– el poder despótico del autócrata (persona que ejerce por sí sola la autoridad suprema de un Estado, DRAE).

     Este régimen ha avanzado en el control de la sociedad a niveles inimaginados hace diez años. Primero se valió de la consabida –y previamente utilizada– demagogia para ganar adeptos, posteriormente recurrió a la manipulación de los más necesitados y ahora se basa en el chantaje, la amenaza y, frecuentemente, la violencia –física, política y judicial– para controlar a los díscolos; sean del gremio que sean.

     Si consideramos que la ruta que llevamos como sociedad no es la más adecuada. Si creemos que diez años de experimentación –dos períodos presidenciales según la Constitución del 61– son suficientes para demostrar la eficiencia (o ineficiencia) de un régimen; sin esperar a vivir cincuenta años de “revolución” para descubrir que fue un espejismo, donde la única garantía es la de que el hermano (?) del presidente lo suceda para consolidar el "proyecto" de los dueños del país. Si mantenemos el espíritu rebelde que nos llevó a deshacernos de la politiquería demagógica, irrespetuosa y corrupta de quienes rigieron el país los últimos años de alternancia democrática (nunca tan demagógica, tan irrespetuosa ni tan corrupta como en la actualidad). Si deseamos que nuestros hijos vivan en una sociedad de trabajo, respeto y concordia; ajena a la permanente y avasallante presencia del factor político en todas y cada una de nuestras actuaciones. Si, en resumen, mantenemos la creencia de que es posible mejorar nuestra condición de vida, sólo con el hecho de poder decidir nuestro destino; este es el momento...

     Es ahora cuando debemos manifestar nuestra inconformidad, es ahora cuando debemos levantar nuestra voz de protesta, es ahora cuando debemos participar activamente para intentar influir en la toma de decisiones a todos los niveles. Cada grano de arena es importante y necesario para levantar la muralla de contención que limite los abusos de poder, que evite el derrumbamiento de lo que queda de institucionalidad democrática.

     Si no actuamos hoy, mañana estaremos lamentándonos por no haberlo hecho. Seamos privilegiados protagonistas de nuestro destino al “hacer la historia, para que otros la escriban en un mundo mejor”, como pidiera Alí; o como sentenciara Alberto Arvelo: "duele lo que se perdió cuando no se ha defendido". No esperemos a berrear la pérdida de nuestra Democracia si no supimos defenderla cuando aún era posible. Según mi criterio, ese “aún” se extiende hasta el 2012, pero comenzando hoy; después será DEMASIADO TARDE.

30 de julio de 2009

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12 marzo 2009 4 12 /03 /marzo /2009 00:01

...viene de "Nuestra SEGURIDAD en manos de la Tecnología"

Los sistemas de Video Vigilancia o CCTV (Circuito Cerrado de Televisión) tienen múltiples propósitos; su función principal es el monitoreo y registro de imágenes captadas por medio de cámaras convenientemente instaladas, bien para mantener una adecuada supervisión de áreas críticas, o para ser procesadas ante la necesidad de investigación de eventos pasados. Hasta hace relativamente poco tiempo estas imágenes eran analógicas, por lo que su manejo y almacenamiento eran sumamente engorrosos; con los avances alcanzados en la digitalización de la información las imágenes de video han podido ser convertidas en información binaria, minimizando su tamaño por medio de algoritmos de compresión; y permitiendo en la actualidad el almacenamiento y transmisión de imágenes en dispositivos y redes que hasta hace poco le eran ajenos. La rápida evolución del Video IP permite actualmente la configuración de sistemas de Video sobre redes preexistentes facilitando su diseño y minimizando costos de instalación, mantenimiento y operación. Evidentemente, para ello debe existir una muy cerrada colaboración entre los departamentos de Informática y Seguridad del ente que acometa esta integración, siempre convenientemente asesorados por los especialistas certificados en el tema. Los sistemas de Video están primeramente compuestos por los dispositivos de captura de imágenes (cámaras) cuya escogencia es determinante para alcanzar el éxito del proyecto. Desde una simple Cámara analógica fija hasta un Domo IP con movimiento de 360º de rotación horizontal y 180º verticales, así como las cámaras de Alta Resolución (Megapíxeles), tienen aplicaciones específicas, siempre y cuando cuenten con parámetros de versatilidad, estabilidad y calidad de imagen profesionales (se recomienda un mínimo de 380 TVL y CCD 1/3”). En lo referente a los Videograbadores Digitales (DVR, por sus siglas en inglés) la gama es igualmente extensa, desde el básico DVR de cuatro canales hasta el NVR (Network Video Recorder) que puede manejar un número ilimitado de cámaras IP conectadas a la Red, y que por lo general requiere de dispositivos de almacenamiento de varios terabites. Como hemos visto, la complejidad de la estructura de un proyecto de CCTV debe ser proporcional a las necesidades y recursos, por lo que a la hora diseñar un sistema de Video se hace indispensable, en primera instancia, un adecuado levantamiento de información por parte del personal capacitado para ello. No siempre lo más avanzado en tecnología es lo más conveniente, como tampoco lo más económico es lo más recomendable si disponemos de recursos limitados; en este caso podría acometerse un proyecto de forma gradual y planificada, sin menoscabo de la calidad del producto final.

             Los sistemas de Control de Acceso representan el último componente del tetrápode de la Seguridad Electrónica; su función es la de administrar el acceso a áreas restringidas, manteniendo un registro permanente de la actividad ocurrida a través de las puertas controladas. Por lo general, están asociados e interconectados a los otros sistemas de seguridad (incendio, video, alarmas) con el propósito de interactuar ante un evento extraordinario, liberando puertas y vías de escape ante la ocurrencia de una catástrofe; o redireccionando cámaras según procedimientos preestablecidos para apoyar la documentación de un evento. Estos sistemas están basados en la filosofía simple de acceso por medio de algo que “poseo”, (una llave, una tarjeta de proximidad); algo que “conozco” (una clave, un código) o por lo que “soy”, lo cual se logra como resultado de la verificación de los parámetros de características fisiológicas personales (biometría). La presentación de cualquiera de estos dispositivos desencadena una serie de acciones que contemplan la validación de los datos aportados, cotejándolos con la programación previamente realizada para proceder a conceder o no el acceso al área solicitada. Como en los subsistemas anteriores, la evolución tecnológica de éste ha sido vertiginosa; inicialmente concebidos para funcionar con simples “llaves virtuales” que involucraban tarjetas de cinta magnética o teclados DTMF (Dual Tone Multi Frecuency) para el ingreso de claves, hoy contemplan la utilización de tarjetas “inteligentes”, que almacenan toda la información del usuario, o la lectura de su “biometría” por medio de sensores altamente especializados. Esto último representa el mayor boom de la industria del Control de Acceso: ya podemos analizar parámetros tales como la Huella Digital, complementado con factores de verificación como la temperatura y el riego sanguíneo; la Palma de la Mano, con las miles de variaciones morfológicas que la hacen única; la facciones del Rostro y las características particulares del Iris o la Retina; complementariamente, podemos analizar y comparar la voz e, inclusive, la manera de caminar. Todas estas formas de identificación representan retos tecnológicos que ya han alcanzado su madurez, y están disponibles en el mercado actual de la Biometría con costos relativamente razonables.
             La investigación y desarrollo que permanentemente se desarrolla a nivel mundial en la tecnología de la seguridad, derivada de la industria militar, permite la rápida evolución de equipos y sistemas; por lo que los especialistas del área deben invertir en su constante actualización a través de la sistemática renovación de las certificaciones de fábrica y de la sus-cripción a publicaciones especializadas; complementadas con la visita a las ferias y seminarios que por cientos tienen lugar en los cinco continentes. En la más reciente de ellas, Expo Seguridad México 2009, que tuvo lugar en Ciudad de México entre el 21 y 23 de abril, se presentaron los últimos avances del mercado de la seguridad, entre los cuales destacó la presentación por parte de Alar Alarmas, S.A. de C.V. del Digicheck, dispositivo de registro de transacciones (desarrollado con tecnología propia) que permite la integración y documentación de diferentes procesos en el ámbito bancario, industrial y comercial.

Artículo publicado en la revista PETROQUIMEX, No. 38 / Marzo-Abril 2009.

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12 marzo 2009 4 12 /03 /marzo /2009 00:00

El concepto de seguridad (securitatis) se refiere a la percepción de tranquilidad y aislamiento de peligros que caracteriza a un entorno, un procedimiento o una acción. Por tratarse de una sensación interior pudiera considerarse ambigua; sin embargo, es un parámetro perfectamente cuantificable si se analiza con la metodología y conocimientos adecuados. El perfeccionamiento de estos procedimientos, resultante de la inversión e investigación aplicadas al ámbito sociológico de la seguridad, ha implicado la utilización de la tecnología más avanzada por medio de sistemas de Seguridad Electrónica con características y funciones específicas que abarcan un amplio margen, desde la industria hasta el hogar. La integración de estos sistemas y su adaptación a las necesidades de funcionalidad y ergonomía han alcanzado niveles de especialización tales que ameritan la experticia de personal capacitado y certificado en el diseño, estructuración e implementación de sistemas complejos y altamente tecnificados.

            Surgen de estas aseveraciones varias interrogantes: ¿Qué es un Sistema de Seguridad Electrónica?, ¿cuál es su aplicación en nuestro acontecer diario? ¿Cómo aprovechar estos avances tecnológicos en el mejoramiento de los niveles de seguridad de mi entorno?
             Rafael Bervin F., Director General de Alar Alarmas, S.A. de C.V., empresa especializada en el desarrollo e integración de Sistemas Electrónicos de Seguridad, responde a estas preguntas, desglosando sus funciones, características y aplica-ciones.
           Con el propósito de facilitar la estandarización de mecanismos y procesos, es aceptada universalmente la utilización de dos términos disímiles para especificar cada área de influencia dentro del ámbito de la seguridad: Safety y Security. Por Safety (Seguridad) entendemos “el hecho de estar a salvo, la condición de estar protegido contra cualquier evento que pueda ser considerado peligroso”, y es genéricamente conocido como “Seguridad Industrial”, aplicada a los sistemas y procesos que tienen que ver con el entorno laboral y los mecanismos de prevención y control asociados a éstos. Security, “es la condición de estar protegido contra daños o pérdidas. En sentido general es un concepto similar a SEGURIDAD; pero con el agregado de estar protegido de peligros originados desde afuera”; este término es aplicable al monitoreo y control de actividades humanas y a la prevención de delitos; y es generalmente denominado como “Seguridad Física”. Ambos términos implican, no obstante, la implementación de procedimientos apoyados en sistemas de seguridad específicos cuyo desarrollo se encuentra en permanente evolución.
             Los sistemas de Seguridad Electrónica están divididos en cuatro subsistemas: Incendio, Robo-Hurto, Video (CCTV) y Control de Acceso; cada uno de ellos diseñados para cubrir diferentes necesidades de monitoreo, control y/o supervisión, pero con capacidad de ser interconectados e integrados en un único macro sistema multifuncional. La utilización de cada uno de ellos depende de las necesidades particulares de cada instalación o edificación, así como de los procedimientos operativos contemplados. Los abrumadores y, a veces, desconcertantes avances tecnológicos que nos obligan a ser muy cuidadosos en las inversiones proyectadas ante el inminente riesgo de prematura caducidad de los equipos “nuevos”, no escapan al sector seguridad; por lo que es particularmente necesario un serio análisis del factor costo-valor a la hora de decidir en qué clase de tecnología invertir. En primer término describamos cada uno de los subsistemas citados.
 Los sistemas Contra Incendio, como su nombre lo indica, están diseñados para facilitar el manejo de situaciones de emergencia relacionadas con eventos de incendio, bajo dos preceptos no excluyentes de detección y extinción. Los mecanismos de detección están basados en sensores térmicos o fotoeléctricos que analizan y procesan las variaciones de temperatura o composición iónica del ambiente para determinar la presencia de humo o de un foco de calor excesivo. Conectados a un panel de control, estos dispositivos emiten las señales de alerta que permiten una adecuada reacción; para ello son emitidas tanto notificaciones sonoras locales como comunicaciones remotas con los organismos correspondientes. Cuando el sistema de detección está complementado con los mecanismos de reacción, la señal es analizada y procesada para desencadenar el proceso automático de extinción, que puede ser por medio de agua (sprinkler), gases no tóxicos o agentes químicos (polvo, espuma, etcétera). La prevención de incendios no sólo depende de los sistemas de detección-extinción, sino de la correcta aplicación de las normas de construcción, almacenamiento, ventilación y señalización; así como de procedimientos adecuados y acordes con las operaciones y condiciones de cada estructura. Lamentablemente, y potenciado por los niveles de inseguridad reinante en muchas de nuestras ciudades, la cultura de prevención de nuestros países se ha concentrado mayormente en la “seguridad física”, desdeñando la importancia de los sistemas de “seguridad industrial” (entre los cuales los sistemas contra incendio son prioritarios); con normativos laxas y poco exigentes que nos colocan en niveles de riesgo laboral superiores al de regiones más concientizadas.
              Los sistemas Robo-Hurto se centran en la protección del entorno de una posible intrusión de personas no autorizadas a sectores o en horarios no permitidos. Para ello son utilizados sensores de presencia, movimiento o vibraciones; dispositivos magnéticos de detección de apertura de puertas y ventanas; o pulsadores de alerta que son asociados, todos, a una consola o panel central que es programada y manipulada por medio de códigos y claves ingresadas en un teclado utilitario. Los procedimientos habituales se discriminan en dos posibles eventos: el Asalto (robo), cuando la intrusión tiene lugar con la presencia de personas (víctimas) en el sitio afectado, por lo que la notificación remota debe ser silenciosa y la reacción suficientemente sigilosa para no poner en riesgo la vida o integridad de los presentes, evitando una posible situación de rehenes; y el Hurto, cuando se desarrolla una actividad vandálica en un local o ambiente donde no hay potenciales víctimas. En este caso se genera la notificación remota, acompañada de una señal sonora de alta estridencia (100-110 db) y lumínica que indique, sin limitaciones, la ocurrencia del delito.

sigue...

Artículo publicado en la revista PETROQUIMEX, No. 38 / Marzo-Abril 2009.

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29 enero 2009 4 29 /01 /enero /2009 00:00

Debido a la justificada ola de inconfor-mismo que venía cuajando en Venezuela desde hacía más de una década, en 1998 Hugo Chávez fue electo presidente de la República. Este inconformismo había sido motivado por la enorme fractura entre la anquilosada dirigencia política y una so-ciedad que exigía la corrección de rumbo. Chávez, producto del “cualquier cosa es mejor” irresponsablemente manifestado por la hastiada mayoría, se convirtió en el beneficiario del cheque en blanco de su respaldo incondicional. Venezuela enfren-taba, entonces, una errada dicotomía conceptual: institucionalismo o bienestar.

            Con la aprobación de una Constitución que temporalmente satisfacía sus apetencias, el sometimiento de las instituciones gubernamentales y el inesperado incremento de los precios  del petróleo, amén del respaldo popular a su carismática imagen, Chávez logró aglomerar el mayor cúmulo de poder que mandatario alguno haya detentado en la Venezuela pos-gomecista. Con este poder, con la capacidad de maniobra que representaba el amplio respaldo popular, con la manifiesta intención de “refundar” la República y, especialmente, con la desmesurada ambición de poder evidenciada por el caudillo, el riesgo de instauración de un sistema político totalitario era mucho más que probable. El matiz necesario estaba representado en la revolución que nos encaminaría al “socialismo del siglo XXI”.

Ahora bien, ¿cuál ha sido el resultado de estos diez años de “revolución”?, ¿cuáles los avances en las anheladas reivindicaciones?, ¿cuál el producto de la mayor bonanza económica de nuestra historia?; ¿cuál el futuro que nos espera?, veamos:

Desde la fratricida Guerra Federal Venezuela nunca había vivido el ambiente de encono e irreconciliación que nos divide actualmente. Esta lamentable y potencialmente explosiva situación es, sin dudas, directa consecuencia del discurso de odio y resentimiento emanado desde Miraflores. La corrupción, consecuencia directa de la cómplice impunidad, nunca tuvo tantos y tan notorios exponentes. El denostado Pacto de Punto Fijo garantizaba un sano contrapeso institucional. Hoy, el Ejecutivo tiene como único mecanismo de supervisión a la Oposición, representada en los menoscabados partidos políticos, la prensa independiente y las instituciones no gubernamentales. En 50 años nunca habíamos sido testigos de tan abyecta sumisión de los poderes ante el Ejecutivo. Nunca antes nuestra riqueza, mucha o poca, había sido dilapidada tan irresponsablemente.

Debemos, por ende, agradecer al Teniente Coronel. Con su nefasta gestión nos ha convencido de lo pernicioso que resulta el experimentar con anárquicas e inmorales teorías seudo revolucionarias; con proyectos políticos que esconden la sempiterna búsqueda del poder totalitario con el que sueñan los déspotas y que han logrado numerosos tiranos a través de la historia. Debemos agradecerle porque el riesgo de consolidación del régimen personalista instaurado hace más de diez años en nuestro país está prácticamente descartado. Está descartado en la medida en que las reglas democráticas sean respetadas, pero sabemos que no necesariamente será así. Nos corresponde continuar dando la ejemplar batalla cívica emprendida en 2002; pero sin desviarnos de los canales institucionales. He allí nuestra fortaleza. En la otra acera, está Chávez, quien ha implementado una estrategia comunicacional indiscutiblemente exitosa que le ha permitido evadir las responsabilidades de gobierno, repartiendo culpas entre la oposición y el “imperio”; y justificando la radicalización de su gobierno con las supuestas conspiraciones de éstos. Ahora, y con la misma estrategia, está en búsqueda de la consolidación de su proyecto continuista, el cual debemos enfrentar en todas y cada una de las elecciones que se presentarán a partir de 2010. No obstante, independientemente del resultado de cada una de ellas, la última palabra será dicha en 2012.

29 de enero de 2009

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